LUDOVICO SILVA

Manos finas han ido escribiendo mi vida
y finas manos escriben mi muerte.
Con toques fundamentales han puesto en mí
sutiles cicatrices, geometrías
como las del invierno en las ventanas.
Mis cosas más profundas,
mis meses trabajando durante semanas,
mis objetos que han llegado a imitarme
y ya hablan solos y hasta se enajenan en mí;
los incendios que he provocado en montañas,
en ciudades enteras
aún antes de nacer, quién sabe cuándo:
ninguna de estas cosas
están tan bien escritas
como el documento de mis ojos.
Hay en ellos delgadas estrías,
fugaces leopardos
invisibles para el ojo que me ve
pero claros y nítidos para mi ojo.
Mi ojo, que me vigila desde dentro.
Veo lo que unas manos finas hacen
cuando inconscientes, incesantes
con precisión quirúrgica
dividen mi vida frente a mí mismo.
Manos nacidas de mis manos
amasan mi cerebro y lo ponen al fuego,
y otras manos, también finas y lúcidas
como escobas precisas y olvidadas
me van pintando a solas con la muerte.
1966
(En In Vino Veritas)
Comments