CHARLES BUKOWSKI

También en primavera mueren los cisnes y allí flotaba muerto un domingo girando de lado en la corriente y fui hasta la rotonda y distinguí dioses en carros, perros, mujeres que gritaban y la muerte se me precipitó garganta abajo, como un ratón, y oí llegar gente con sus cestas de merienda y sus risas, y me sentí culpable por el cisne, como si la muerte fuese algo vergonzoso y me alejé como un idiota, y les dejé mi hermoso cisne.
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